martes, 5 de agosto de 2008

Querido Hijo, Amado Hijo...



Hoy quiero hijo mío
contarte cuando sueñas
cómo brilla una estrella
su verdad en el río,
que me escuches confío
que me tengas piedad,
quiero que la verdad
sea siempre tu estrella
y aunque mueras por ella
buscarás la verdad.

Hoy quiero cuando sueñas
y abrazas fantasías,
contarte cosas mías
desandando mis huellas.
Y al buscar mis querellas
en mi ignota niñez
voy sobando otra vez
mis errores pasados
que conservo guardados
y que nunca los ves.

Hoy quiero hijo mío
expresar mi embeleso,
y en el calor de un beso
que acaricie tu frente
librar mi voz ausente
para hablarte muy quedo,
y llorarte, que aún puedo
contarte realidades,
que señalan verdades
con fuerza y con denuedo



porque soy imperfecto,
hombre al fin, con errores,
desdeñado de amores
y excluido de afectos.
Me he plantado insurrecto
vaciando realidades
y diciendo verdades
en la difícil lucha
si una mente me escucha
otra ve falsedades.


La verdad, aunque hiera,
pero ponle dulzura;
que no exista amargura
en tu voz plañidera;
que semeje una hoguera
de candente ceniza
que al soplar de la brisa
elevada y ardiente
apacigüe silente
un ahogo en la risa.

La verdad, aunque asombre,
pero arropa su herida,
la verdad con que el hombre
debe enfrentar la vida.
Esa verdad ungida
que remedio no tiene,
esa con que previene
la aprendida lección
o la que en tropezón
te avisa y te detiene


Hoy quiero hijo mío
contarte mi experiencia
y que así tus urgencias
no se mueran de frío,
que el dolor del hastío
no cante su plañir,
que te evite el sufrir
al mirarte en mi espejo
cuando pruebes el dejo
que te da mi existir.

Aprende en mis errores
y asúmeme en lo bueno
no reedites estrenos
de imprecisos autores,
y si te hablan de amores
de encantos y pasión
atiende a la intuición
que la mente te indica
y calla al corazón
que sin razón abdica.


Apacible y sin miedo,
humilde pero erguido,
imponente en tu credo,
y al perdón, atrevido.
Al pobre, lo debido,
justicia y equidad,
y elevar la verdad
la verdad verdadera
la verdad que es sincera
porque es la verdad


No te humilles, se altivo
y aunque soberbio suene
no haya acción que refrene
tu sentimiento vivo
cuando habiendo motivo
a defender tu orgullo
por eso que es tan tuyo
como es la dignidad
implantes la verdad
de defender tu orgullo.

La dignidad, primero,
la dignidad , segundo,
la dignidad, tercero,
la dignidad del mundo.

La dignidad, la tuya,
la dignidad del otro.

Hoy quiero hijo mío
contarte cuando sueñas
cómo brilla una estrella
su verdad en el río,
que me escuches confío
que me tengas piedad,
quiero que la verdad
sea siempre tu estrella
y aunque mueras por ella
buscarás la verdad.

Fortunato Hernández Sieralta

Cuanto Amor Nunca Habrá...


Es el fin que querías
es el fin que buscaste,
acaso ¿no truncaste
la ilusión que tenía?,
cuanto amor en mí había
cuanto amor nunca habrá,
viajero seguirá
este amor peregrino
por distinto camino
y jamás volverá.

Te encerraste en tu celo,
fue tanta tu inocencia
que forjaste la ausencia
creyendo ver un cielo;
no pensaste en mi anhelo,
no tuviste paciencia,
no te habló la conciencia
de que soy diferente,
que aún viviendo ausente
colmabas mi existencia.

Hoy es tarde, no hay duda,
es tarde para mí,
es tarde y comprendí
esta verdad tan cruda,
y aunque resulte ruda
esta verdad tan mía,
es bueno que algún día
comprendas que mi vida
siempre estará perdida
sin mi melancolía.

Sin mi melancolía.
Sin los versos de ausencia
que aún nombran tu presencia
de aquellos tibios días;
mis noches que serían
sin esta inspiración
que es toda mi pasión,
y no olvides querida,
que alimento mi vida
también con la ilusión.

También con la ilusión;
con lejana esperanza,
con la ignota añoranza
que agobia a la razón;
sabes que una canción
cuando la canto expresa,
mis sueños, mis promesas,
una ilusión perdida;
Yo alimento mi vida
también con mis tristezas.


Fortunato Hernández Sierralta
1977